lunes, noviembre 22, 2004

TAD WILLIAMS (I): Un gato llamado Cazarrabo.



Este tipo engaña un poco por su apariencia pues aunque no lo parezca es uno de los escritores más interesantes (y me temo que menos conocidos) de la moderna literatura fantástica: Tad Williams. Tad nació en 1957 en San José, California, cursando sus estudios superiores en Berkeley. Durante su juventud pasó una buena temporada saltando de empleo en empleo o alternándolos. Ahí donde le ven el señor Williams ha sido cantante en un grupo de rock, vendedor de calzado, director de una institución financiera, repartidor de periódicos, etc... También fue presentador de un programa radiofónico durante 10 años, ha trabajado en teatro y televisión, ha impartido clases como profesor en la universidad... Desde luego no es una persona que se esté quieta. Era 1985 cuando debutó en el mundo de la literatura con su primera novela, que sorprendió a propios y extraños. Una novela que en muchos aspectos sigue los patrones clásicos de la literatura fantástica post-Tolkien (héroe casual, viaje epopéyico, pruebas y peligros que superar... vamos lo que encontramos en muchas ‘dragonadas’) con la salvedad de que aquí no hay valerosos hobbits (o halflings), ni elfos, ni orcos... solo un buen número de pájaros, ardillas y gatos, sobre todo muchos gatos.

La Canción de Cazarrabo

La Canción de Cazarrabo produce al inicio de su lectura la sensación de estar en un cuento, algo reforzado por el protagonismo de los animales en la obra. Desde el comienzo queda claro que los gatos son los protagonistas, todo gira en torno a ellos y todo la novela, pese a estar narrada en 3ª persona, cuenta con un punto de vista gatuno, y es que desde ese comienzo en el que se nos muestra una suerte de Génesis y cosmogonía en versión felina queda claro a que debemos atenernos. Es una novela por y para gente a la que le gusten los gatos. Si uno es de los que prefieren a los cánidos será mejor que se abstenga porque no es que los perros queden en muy buen lugar (punto de vista gatuno de la historia ¿recordáis?). El hecho de que al comienzo la novela produce la impresión de estar ante una suerte de cuento, una fábula, algo similar a El Hobbit de Tolkien, queda desmentido al finalizar la lectura. Y es que a lo largo de la progresión argumental de la historia el dramatismo derivado de los sucesos en los que se ve envuelto el personaje va en aumento hasta alcanzar un punto de no retorno. Esto también ocurre en El Hobbit tolkienano, pero sin llegar a los extremos de crudeza y elementos terroríficos de los que puede llegar a hacer gala la obra de Williams.

Lo que si queda claro una vez leída la obra es que ésta bebe de los tópicos más propios de la fantasía épica y que con Tolkien quedaron más o menos fijados de forma casi definitiva. No creo que Tad se sirva de estos tópicos por una falta de originalidad, sino más bien por el hecho de que su único objetivo es contar una historia sencilla y eso es en ciertos aspectos ‘contar la historia de siempre’. Es algo similar a esos argumentos del héroe solitario que ayuda a los habitantes de una población (el caballero andante, el ronin, el jinete solitario)... son historias tan viejas como el mundo y que siempre funcionan. Y la historia del héroe envuelto en un gran viaje funciona, desde luego. Solo que en éste caso el héroe es un gato, Fritti Cazarrabo, huérfano como todo buen héroe de fantasía épica (perdió a su madre y a todos sus hermanos), que se mete él solito de cabeza en los problemas al partir en busca de su amiga Pata Suave y que acabará metido en un enfrentamiento con el clásico ser maligno de origen ancestral (el tópico del Mal Antiguo) y capacidades pseudo-divinas que vuelve del mundo de las sombras para vengarse y reinstaurar su poder. La historia de siempre, solo que contada con una frescura y con unos personajes y escenarios tales que parece algo totalmente nuevo. El hecho de que el final sea considerablemente agridulce y abierto, rompiendo algún que otro convencionalismo (no es el protagonista quien salva el día señores, ni se queda con la chica), no hace más que ayudar a ello.

La Canción de Cazarrabo fue un éxito que se vendió bastante bien, cosechó una ración de buenas críticas (aunque también tiene su buen número de detractores) y a día de hoy es prácticamente una obra de culto con toda una legión de admiradores. Admiradores que en su momento seguramente esperaron que Tad prosiguiera el filón con más historias de Cazarrabo y compañía. No tenían ni idea de que el californiano tenía algo muy distinto en mente.

Y grande.

7 comentarios:

  1. Otro que añádir a la lista, que buena pinta que tiene :)

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  2. Anónimo11:13 p. m.

    Lo que mas original me parece es lo d ela cosmogonia gatuna, desde luego le tuvo que echar imaginacion.

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  3. Anónimo10:09 p. m.

    Reconozco que tardé un número considerable de páginas en darme cuenta de que estaba hablando de gatos.

    Yo creía que eran humanos con nombres raros.

    Urui.

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  4. Anónimo9:26 p. m.

    Urui, vale que al principio no lo dice, pero el poema del principio creo que d aindicios... ¿que es loque te dio la clave?

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  5. Anónimo2:29 p. m.

    Buenoooo... me dí cuenta de que eran gatos cuando volví a mirar las primeras páginas extrañada por la insistencia que tenían con los rabos. :P

    Urui

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  6. Anónimo6:21 p. m.

    Mejor me callo... el chiste es demasiado facil, y grosero, añado

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  7. A mí también me gustó mucho esta novela cuando la leí ^^

    Puedo linkarte los post en que hables de libros en mi blog sobre libros? (no se si lo conoces, es un espacio de msn, venga, un poco de spam: http://spaces.msn.com/krallizec ya me dirás si te gusta :) )

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