miércoles, mayo 25, 2005

Quotidionia Delirante X (y no, no es porno)

Hoy ha sido un día risible en clase de Historia Medieval. Veréis, nuestro profesor llegó hecho una furia, despotricando como un loco contra el mundo del séptimo arte, el cine. Y es que nuestro profesor es historiador, de esos de corte serio a los que les gusta que cuadren las fechas.

Y al pobre incauto no se le ocurre nada mejor que hacer que irse a ver El Reino de los Cielos. Y mira que le advertimos, que si no le había gustado Gladiator (que no le gustó) que se abstuviese de ver esta, pero nada, ni caso... Y así de esa forma perdimos (bueno, a mi no me pareció una perdida, la verdad) una horita de clase escuchando al individuo soltar toda clase de comentarios sobre la película que hacen que algunos de los más hirientes y sardónicos sobre ella que he leído en blogs y foros parezcan críticas benevolentes. Cágate lorito.

Lo curioso es que mientras soltaba toda su bilis y despotricaba contra el film, la imagen que se me vino a la cabeza fue la de cientos y cientos de fanáticos de la trilogía clásica de Star Wars que sueltan pestes de la nueva trilogía (y no, no me refiero a aquellos que argumentan que son malas películas para ellos, sino a los que se limitan a decir ‘son una mierda’ sin aportar razones y poner a Jorgito Lucas a la diestra del Anticristo... no sé si me explico)

En todas partes cuecen habas y todos somos frikis, fans o fanáticos de una forma u otra.

PD: A mi El Reino de los Cielos como mínimo me entretuvo, aunque si que cuesta un huevo creerse lo de un herrero medieval que sabe leer, escribir, tiene conocimientos de estrategia, aritmética...

PPD: Y si, me he visto el Episodio III, pero no esperéis un post por aquí, no al menos hasta el año próximo que me monte un maratón y os suelte un especial de toda la saga... ea, a cascarla por ahí.

martes, mayo 17, 2005

¿Gamera 4?


Tras los dos post que le dediqué supongo que para los que leáis esto de forma más o menos regular no os supondrá un secreto mi preferencia por la trilogía de los 90 de la tortuga Gamera. Pues salió ayer mismo una noticia en la web de Tokyo Monsters (gracias por el soplo, Usagi) de que Tomoo Haraguchi, el creador de los trajes de las películas de la tortuga, podría haber iniciado ya su trabajo para una más que posible cuarta entrega de la saga. El texto de la noticia dice tal que así:

Monster Zero News reports on an article in issue 244 of Fangoria magazine, which claims that monster maker Tomoo Haraguich will be creating the monster suits for the (still unconfirmed) upcoming "Gamera" movie from Kadokawa Pictures. Haraguchi previously designed the Gamera suits for Shusuke Kaneko's "Gamera: Guardian Of The Universe" (1995), "Gamera 2: Advent Of Legion" (1996) and "Gamera 3: Revenge Of Iris" (1999), as well as lending work with special makeup in popular films such as "Ring 0: Birthday" (2000).

Como podéis ver ese '‘still unconfirmed'’ nos sigue dejando con la duda, pero dado el éxito de las tres películas precedentes es más que probable que caiga una cuarta parte. En caso de que así sea yo me pregunto... ¿Retomarán la trama allí donde la dejó Gamera 3? ¿Tendremos una película apocalíptica con el quelonio gigante viéndoselas con todo un ejercito de Gyaos? ¿U optarán por hacer algo distinto? Quizás decidan seguir una formula similar a la de la Toho con la serie Millenium de películas de Godzilla que se han visto en los últimos años, donde cada film del monstruo es independiente y unitario, teniendo solo en cuenta para su continuidad el original de 1954.

El tiempo lo dirá.

viernes, mayo 13, 2005

Señor, lo nuestro es el plomo

The Dark Tower

Childe Roland a la Torre Oscura llegó.

I

Mi primer pensamiento fue que mentía en cada palabra,
Aquel viejo lisiado, con mirada maliciosa
Observando con recelo el efecto de su mentira
En la mía, y la boca apenas capaz de disimular
El júbilo, que fruncía y perfilaba
Su comisura, por así haber atrapado otra víctima.

II
¿Para qué si no estaría él dispuesto con su cayado?
¿Para qué, salvo para acechar con sus mentiras, para enredar
A todo viajero que lo hallase allí apostado
Y preguntase el camino? Conjeturé qué risa cadavérica
Estallaría, qué muleta escribiría mi epitafio
Como pasatiempo en la polvorienta calzada,

III
Si por su consejo yo virase
Hacia aquella ominosa región en la que, como todos saben,
Se esconde la Torre Oscura. Aun así, aceptándolo,
Me desvié hacia donde él señalaba: no por orgullo
Ni por esperanza reavivados en el final señalado,
Sino por la alegría de que existiese algún final.

IV
Porque, a pesar de mi vagabundeo por todo el mundo,
A pesar de mi búsqueda que se alargaba a través de los años, mi esperanza
Menguaba en un fantasma no preparado para poder
Con ese turbulento regocijo que brindaría el éxito,-
Apenas podía intentar reprimir ahora el salto
Que dio mi corazón, al hallar un fallo en su aptitud.

V
Al igual que un hombre enfermo que se aproxima a su muerte
Parece efectivamente muerto, y comienzan las sensaciones y terminan
Las lágrimas y recibe la despedida de cada amigo,
Y oye a uno proponer a otro marchar, para respirar
Mas libremente en el exterior, ("puesto que todo terminó," dijo él,
"Y ningún lamento puede compensar la desgracia")

VI
Mientras algunos discuten si cerca de las otras tumbas
Habrá espacio suficiente para esto, y qué momento del día
Es el mejor para llevarse el cadáver
Poniendo cuidado en los estandartes, pañuelos y bordones:
Y el hombre aún lo oye todo, y solamente anhela
No deshonrar tan tierno amor y permanecer.

VII
Así, he sufrido tanto en esta búsqueda,
He oído el fracaso tan a menudo profetizado, he sido incluido
Tantas veces en "El Grupo"- a saber,
Los caballeros que a la busca de la Torre Oscura encaminaron
Sus pasos- que el sólo fallar como ellos parecía un triunfo,
Y toda la duda ahora era- ¿sería digno?

VIII
Así, en silenciosa desesperación, me alejé de él,
De aquel odioso lisiado, fuera de su camino,
Hacia el sendero que él señalaba. Todo el día
Había sido monótono a lo sumo, y turbio
Se volvía hacia el final, y aún soltó una lúgubre
Mirada roja y obscena para ver al llano atrapar al caminante distraído.

IX
¡Por la marca! Apenas me hube
Internado en el llano, tras un paso o dos,
Al detenerme para echar una última mirada atrás
Hacia el camino seguro, éste había desaparecido; gris llanura por todas partes:
Nada salvo planicie hasta el confín del horizonte.
Debía seguir; no había nada más que hacer.

X
Así que, continué. Creo que nunca antes vi
Tan yerma e innoble naturaleza; nada prosperaba:
Por flores- se podía esperar una arboleda de cedros!
Pero la gramínea, el tártago podía, de acuerdo con su ley,
Propagar su especie, sin nada que temer,
Pensarías que una carda habría sido un valioso tesoro.

XI
¡No! Penuria, pereza y mueca,
De alguna extraña forma, eran parte de la tierra. "Mira
O cierra tus ojos," dijo la Naturaleza de mala gana,
"Nada instruye, mi caso no tiene remedio;
Es el fuego del Juicio Final quien debe sanar este lugar,
Calcinar sus suelos y liberar a mis prisioneros."

XII
Si algún rasgado tallo de cardo se elevara
Sobre sus compañeros, le cortaban la cabeza, los torcidos
Sentían celos sino. ¿Qué hizo esos agujeros y rasgaduras
En las ásperas hojas de césped del embarcadero, golpeadas como para impedir
¿Toda esperanza de verdor? Existe alguna bestia que debe andar
Destrozando sus vidas, con bestiales intentos.

XIII
En cuanto a la hierba, crecía tan exigua como el cabello
En la lepra; delgadas hojas secas se erguían en el lodo,
Que por debajo parecía amasado con sangre.
Un yerto caballo ciego, con cada hueso visible,
Permanecía estupefacto sobre cómo llegó allí,
Expulsado de su previo servicio en la caballeriza del diablo

XIV
¿Vivo? Por lo que a mí concierne él podría estar muerto,
Con aquella roja delgadez y el cuello hundido por el esfuerzo
Y los ojos cerrados bajo la enmohecida crin;
Raramente tal monstruosidad iba de la mano con semejante tristeza;
Nunca vi una bestia a la que odiase tanto;
Debía ser perversa para merecer tanto dolor.

XV
Cerré mis ojos y los volví hacia mi corazón.
Como un hombre pide vino antes de luchar,
Pedí un sorbo de anteriores y más felices escenas
Esperando así poder cumplir bien mi cometido
Piensa primero, pelea después- el arte del soldado:
Un paladeo del tiempo pasado lo pone todo en orden.

XVI
¡Eso no! Imaginé el enrojecido rostro de Cuthbert
Bajo el adorno de sus dorados rizos,
Querido amigo, hasta que casi pude sentirlo rodear
Su brazo con el mío para llevarme hacia el lugar,
Como él solía hacerlo. ¡Ay! ¡La desgracia de una noche!
Se apagó el nuevo fuego de mi corazón y lo dejó frío

XVII
Luego a Giles, el espíritu del honor- ahí se yergue él,
Leal como hace diez años recién armado caballero
A lo que cualquier hombre honrado se atreviera (dijo él) él se atrevió.
Bien -pero la escena cambia - ¡Puga! ¿Qué manos patibularias
¿Clavarían un pergamino sobre su pecho? Sus propias manos
Lo leyeron. ¡Pobre traidor, escupió y maldijo!

XVIII
Es preferible este presente que un pasado así;
¡De vuelta hacia mi oscuro sendero otra vez!
Ningún sonido, nada se ve hasta donde alcanza la vista.
¿Enviará la noche una lechuza o un murciélago?
Pregunté, cuando algo en la lóbrega llanura
Vino a interrumpir mis pensamientos y cambiar su curso.

XIX
Un repentino arroyo se atravesó en mi camino,
Tan inesperado como la aparición de una serpiente.
Corriente tumultuosa discordante con las tinieblas;
Ésta, tal como espumeaba, bien podría haber sido un baño
Para la ardiente pezuña de un demonio- al contemplar la ira
De su negro remolino salpicado de escamas y espuma.

XX
¡Tan insignificante, y aún así tan malévolo! A todo lo largo,
Los bajos y esmirriados alisos se arrodillaban ante él,
Los empapados sauces se arrojaban a sí mismos de cabeza en un arranque
De muda desesperación; un suicidio en masa:
El río que les había hecho tanto mal,
Lo que quiera que ello fuese, se iba rodando, sin dejarse disuadir.

XXI
El cual, mientras vadeaba, - ¡Cielo Santo, cómo temí
Poner mi pie sobre la mejilla de un hombre muerto
A cada paso, o sentir la lanza que introduje buscando
Agujeros, enredada en su cabello o su barba!
- Pudo haber sido una rata de agua lo que ensarté
Pero, ¡Ugh! Sonó como el chillido de un bebé.

XXII
Me sentí alegre al llegar a la otra orilla.
Ahora en pos de una tierra mejor. ¡Vano Presagio!
¿Quiénes eran los contendientes, qué guerra libraban,
Cuyo salvaje pisoteo hollaría así el húmedo
Terreno y lo convertiría en una charca? Sapos en un aljibe envenenado,
O gatos salvajes en una jaula de hierro candente.

XXIII
Así debió haberse visto la batalla en aquel claro talado.
¿Qué los acorraló allí, con toda la planicie a su disposición?
No había huellas que condujeran hacia aquellos hórridos maullidos,
Nada salvo eso. Loco brebaje elaborado para que
Sus cerebros piensen, sin duda, como los de los galeotes que el Turco
Enfrenta para divertirse, Cristianos contra Judíos.

XXIV
¡Y más que eso - un estadio más adelante- por qué, ahí!
¿Para qué maléfico uso serviría ese mecanismo, esa rueda,
O freno, no rueda- esa trilla lista para devanar
Cuerpos de hombres como si fuesen seda? Con todo el aspecto
De la herramienta de Tophet, abandonada inadvertidamente en la tierra,
O traída para afilar sus enmohecidos dientes de acero.

XXV
Luego vino un tramo de tierra llena de tocones, otrora un bosque,
Después una ciénaga, o así parecía, y entonces sólo tierra
Desesperada y abandonada (al igual que un tonto halla regocijo,
Hace una cosa y luego la estropea, hasta que su ánimo
¡Cambia y entonces se marcha!) durante un cuarto de acre-
Lodo, arcilla y grava, arena y sombría desolación negra.

XXVI
Ora inflamadas erupciones, de colores vivos y horrendos,
Ora terrenos donde la aridez del suelo
Se volvía moho o una sustancia como forúnculos;
Y apareció un roble paralítico, con una hendidura en él
Como una boca angustiada que resquebraja su corteza
Boqueando a la muerte, y muriendo mientras se repliega.

XXVII
¡Y tan lejos como siempre del final!
Nada en la distancia salvo la noche, nada
¡Hacia dónde dirigir mis pasos! Mientras lo pensaba,
Un gran pájaro negro, el íntimo amigo de Apollyon,
Pasó volando, sin batir sus amplias alas de pluma de dragón
Que rozaron mi gorro- quizá era la guía que yo buscaba.

XXVIII
Pues, mirando hacia arriba, de alguna manera me di cuenta,
A pesar del ocaso, de que la llanura había cedido su lugar
En derredor a las montañas- por honrar con semejante nombre
A los feos y apenas cerros y montículos que tapaban la vista.
Cómo de tal modo me habían sorprendido, - acláralo, ¡Tú!
Cómo salir de ellos no estaba muy claro.

XXIX
Sin embargo, una parte de mí pareció descubrir algún truco
malévolo que me aconteció, Dios sabe cuándo-
En alguna pesadilla tal vez. Aquí terminaba, entonces,
Seguir por ese camino. Cuando, en el preciso momento
De darme por vencido una vez más, escuché un chasquido
¡Como el de una trampa al cerrarse- te hallas en la guarida!

XXX
Como en una llamarada comprendí todo súbitamente,
¡Éste era el lugar! Esas dos colinas a la derecha,
Agazapadas como dos toros con las astas trabadas en pelea;
Mientras a la izquierda, una alta y trasquilada montaña… So tonto,
Viejo senil, dormitando justo ahora
¡Tras pasar una vida adiestrándote para verla!

XXXI
¿Qué se asentaba en el medio sino la Torre misma?
La redondeada torreta achaparrada, ciega como el corazón del loco,
Construida en piedra parda, sin parangón
En el mundo entero. El burlón elfo de la tempestad
Señala con el dedo al marinero, de este modo, el ser invisible
Le ataca, solamente cuando el navío zarpa

XXXII
¿No ves? ¿Acaso por la noche?- por qué, el día
¡Regresó para eso! Antes de irse,
El moribundo ocaso ardió en una fisura;
Las colinas, como gigantes en cacería, yacen
Con la barbilla en mano, para ver la caza acorralada-
"¡Ahora apuñala, y termina con la criatura- hasta el mango!"

XXXIII
¿No escuchas? ¡Si hay ruido por todas partes! El tañido
creciente de una campana. Escuchaba
Los nombres de todos los aventureros desaparecidos, mis pares-
Cómo tal era fuerte, y cual valeroso,
Y el otro afortunado, sin embargo, cada uno de ellos de tiempos pasados
¡Perdidos, Perdidos! En un momento tocaba a muerto por años de tristeza

XXXIV
Ahí se encontraban, alineados a lo largo de las faldas de las colinas, reunidos
Para verme por última vez, un marco viviente
¡Para un cuadro más! En un lienzo en llamas
Les vi y les reconocí a todos. Y sin embargo,
Impávido, llevé a mis labios el cuerno,
Y toqué. "El noble Roland ha llegado a la Torre Oscura".

Robert Browning, 1855

Dado que acabo de terminar la lectura de La Torre Oscura V: Lobos del Calla, de Stephen King, me pareció apropiado dejar aqui constancia del poema de Robert Browning que inspiró a King a la hora de iniciar la escritura de la que es su auténtica obra magna y una de las sagas más interesantes de la literatura fantástica.

Ahora en espera de que salga el volumen VI para saber como siguen las cosas para Rolando y su ka-tet...

miércoles, mayo 11, 2005

Signos de los Tiempos


Bien, eso de ahí arriba es una captura de un fragmento de la lista de últimas visitas recibidas por este blog por parte de diversos buscadores como Google, Yahoo, etc... (mayoritariamente Google). Os había dicho que la última vez que miré las visitas me sorprendió una de ellas (ver post anterior).

Vale, ahora fijaos en lo que está marcado en rojo.

Si alguien puede darme una explicación lógica de cómo cojones alguien puede llegar a este blog introduciendo eso como patrón de búsqueda en Google le doy un... un... ¡Un no-premio! ¡Eso es!

martes, mayo 03, 2005

Agradecimientos y tal...

Coñe, ¿3000 visitas ya? Pues gracias, oh pobres desdichados que habeis tropezado con las columnas de Y'ha-Nthlei.

Otras mil personitas que se han pasado por estos lares, quien lo diría (bueno, mil no, que hay mucho reincidente). Desde luego este no es el blog más visitado de la red, pero ni falta que me hace, demonios. Me basta con tener un sitio donde soltar rebuznos gratis y si por casualidad alguien los tiene en cuenta, pues mejor.

Y como última curiosidad, el último visitante es un fulano vía google que ha llegado a estos lares buscando esto:
'que es la enfermedad del culebrón'

Patidifuso me dejan algunos, en serio.