miércoles, febrero 27, 2008

Jóvenes Titanes (I): Orígenes y primera época (1964-1978)

Ha sido una tradición habitual del cómic superheroico: el sidekick, el ayudante del héroe, normalmente un adolescente, una figura concebida como contrapunto a la adulta seriedad del protagonista y con el objetivo de establecer una empatía con los jóvenes lectores (por aquellos tiempos, hoy en día la media de edad del lector de cómic es la treintena). Dentro de estos podríamos encontrar variantes… desde aquellos que en principio no parecen guardar mucha relación con su mentor (¿qué relación temática tiene a priori un petirrojo –robin- con un hombre murciélago?) hasta aquellos que son poco menos que una replica adolescente del héroe adulto, una suerte de muestra de lo que vendrá, un legado para el futuro (Kid Flash respecto a Flash, Speedy respecto a Green Arrow, etc.). Estos héroes adolescentes estaban pues siempre bajo la tutela del adulto, de su mentor/entrenador/padre-adoptivo, no eran concebidos de otra manera por parte de los autores.

Hasta 1962, cuando una araña radioactiva picó a un adolescente, pero eso es otra historia…

Otra historia que, eso si, abrió un nuevo camino para todos esos personajes quinceañeros metidos a superhéroes. De repente teníamos un héroe adolescente que trabajaba solo, sin mentor, aprendiendo a las duras y a las maduras. Era cuestión de tiempo que cundiese el ejemplo, que los pájaros abandonasen sus respectivos nidos y los jóvenes héroes comenzasen a independizarse.


Y en DC Comics eso sucedió pronto, en 1964, cuando en el número 54 de The Brave and the Bold (por obra y gracia de Bob Haney y George Kashdan) el villano Mr. Twister se vería frenado por el esfuerzo conjunto de tres de esos jóvenes: Robin (Dick Grayson), Kid Flash (Wally West) y Aqualad (Garth). Esa fue la génesis: aún no eran un ‘grupo’, no tenían nombre, se trató simplemente de un trabajo en equipo ocasional para detener a un villano, pero ese equipo improvisado gustó a los lectores, y DC puso en marcha su maquinaria. Seis números después, en The Brave and the Bold #60, se produciría el debut oficial del nuevo grupo, ya bautizados como Teen Titans (Jóvenes Titanes) y con Wonder Girl uniéndose a la fiesta. La inclusión de Wonder Girl, por cierto, esconde tras de si una curiosa historia. La creación de Donna Troy (que así se llamaba la chica cuando no andaba en mallas salvando el mundo) se debe a un error y a la falta de comunicación entre equipos creativos: la Wonder Girl aparecida en la colección de Wonder Woman era en realidad ¡la misma Wonder Woman en flashbacks de su niñez y adolescencia! El origen de Donna Troy, la Wonder Girl que pasaríamos a conocer de ahora en adelante, es uno de esos aspectos de la continuidad de DC que sería retconeado y retocado más de una vez, hasta el punto de que resulta difícil saber quien es realmente el personaje. Respecto a como en esta primera aventura ‘oficial’ de los Teen Titans la chica ya formaba parte del grupo, sin que viéramos como se unía al mismo, sería un momento que se contaría muchos años después (concretamente por Marv Wolfman, que narraría como Wonder Girl se unió a Robin, Kid Flash y Aqualad poco después de la derrota de Mr. Twister y de cómo fue ella la responsable de nombrar al grupo).

Con el grupo ya constituido y tras una última aparición en
Showcase #59, los Titanes estrenarían serie propia con el número 1 de Teen Titans, con fecha de Febrero de 1966. En el número 4 se uniría Speedy (Roy Harper, discípulo de Green Arrow), que pese a esa adhesión algo más tardía también pasaría a contar con status de ‘miembro fundador’ del grupo (pese a que sus apariciones sería más esporádicas que el resto en los primeros años de la serie, al no contar su mentor con serie propia, haciendo de Speedy un personaje poco conocido para los lectores o poco atrayente… al menos así lo interpretaron las cabezas pensantes de DC)

En esta primera etapa de la serie, en manos de sus creadores, la premisa básica era que los Titanes eran un grupo de “jóvenes para ayudar a los jóvenes”. Respondiendo a esto, las historias del cómic tenían generalmente al equipo respondiendo a llamadas de auxilio de adolescentes a lo largo y ancho de todo el globo, siempre en relación con problemas de adolescentes o que podrían ser de interés a lectores muy jóvenes (el target de edad de los lectores de la serie era de unos 12 años en esta época). Así, encontrábamos historias centradas en salvar a un pueblo de una banda de ladrones que asumían la personalidad de una banda de surf-rock (eran los 60 gente) para inculparlos de los crímenes, ayudar a reformarse al hermano ladrón de un joven, investigar las tensiones internacionales entre atletas adolescentes (¿mande?) o reinvindicar el testimonio de un joven que afirmaba que aliens interdimensionales se estaban infiltrando en su instituto, etc. Los villanos por su parte tendían a ser carne de cañón poco inspirada, ridículos y camp, destinados a ser rivales-de-una-aparición y a la condena del olvido generalmente (aunque algunos como DingDong Daddy o Mad Mod serían recuperados a posteriori). Ese toque camp, por cierto, se debía y mucho al éxito de la serie de TV de Batman (si, la de Adam West y el bat-hilo dental… bueno no sé si tendría bat-hilo dental, pero conociendo esa serie…) que además propiciaría que Robin ‘chupase cámara’ en las cubiertas de la colección para atraer a más y más lectores.

Con la colección siendo un éxito moderado (es decir, que vendía bien pero ni de lejos llegando a ser una de las superventas de la editorial), el paso del tiempo comenzaría a hacerse notar en las historias. Lo más visible es, sin duda, la unión de nuevos miembros al grupo, destacando Lilith Clay (posteriormente conocida como Omen) o Mal Duncan (conocido como Guardian, Heraldo o, últimamente, Vox) o los Halcón y Paloma originales (los hermanos Hank y Don Hall), junto con miembros honorarios como Aquagirl (Tula) o el cro-magnon adolescente Gnarrk (unido con un lazo mental a Lilith), o invitados ocasionales como el por aquel entonces miembro de la Patrulla Condenada Beast Boy (Garfield Logan), que intentaría unirse al grupo para ser rechazado al ser excesivamente joven (apenas unos once u doce años tendría el personaje, se uniría más adelante) y no obtener el permiso de sus tutores legales, Mento (Steven Dayton) y Elasti-Girl (Rita Farr). Entrando ya a finales de los 60, la influencia del camp del Batman televisivo empezaba a declinar en el mundo del cómic y la temática de la serie de los Jóvenes Titanes tomaría derroteros más serios coincidiendo con la etapa de Dick Giordano como nuevo editor en DC, tratándose temas como el asumir responsabilidades de adultos por parte de los adolescentes o cuestiones raciales o en relación con el conflicto de Vietnam (aunque nunca de forma especialmente profunda, claro está). El grupo viajaría más que nunca, entraría en contacto con el primer héroe adolescente ruso, Starfire (Leonid Kovar, actualmente Estrella Roja, y sin relación alguna con cierta princesa alienígena del mismo nombre que conoceremos en el próximo post), Speedy pasaría por fin a ser miembro más regular y Aqualad dejaría el grupo, las subtramas a lo largo de varios números comenzarían a ser habituales frente a la vieja formula de números más autoconclusivos, etc.

Un giro interesante (y fallido) a la temática del cómic lo veríamos en el número 25 de la serie (Febrero, 1970), cuando los
Titanes fracasaron al intentar impedir el asesinato del Dr. Arthur Swenson, ganador del Premio Nobel de la Paz. La culpa derivada de tal fracaso, unida a las acusaciones de irresponsabilidad por parte de la JLA, propiciarían la primera disolución del grupo y la entrada en escena de un tal Mr. Júpiter (“el hombre más rico del mundo”, y tutor de Lilith), que intentaría redirigir a los Titanes en una nueva etapa en la que los miembros del grupo intentarían ayudar a mejorar el mundo pero con sus identidades civiles, sin uso de poderes, dando más peso a los personajes que a la acción superheroica, etc… Obviamente, a los lectores no les gustó nada de nada esta nueva propuesta y las aguas no tardarían en volver a su cauce más tradicional. De todas formas, la serie se encontraba ya en una recta final, que la llevaría en su número 43 (1973) a una silenciosa cancelación.

Pero esto no significó el fin de los Titanes, ni mucho menos. Tres años después, en 1976, veríamos el primer relanzamiento, retomando la vieja numeración con un nuevo número 44. En la nueva etapa haría acto de presencia un nuevo grupo de Titanes (los Titanes Oeste), y se introducirían personajes como Abejorro (Karen Beecher), Águila Dorada (Charley Parker), la Batgirl pre-crisis (Bette Kane, la futura Flamebird) o La Hija del Joker (Duela Dent). Cruces con la Legión de Superhéroes, la madurez de los personajes (con Robin ya en la universidad o Speedy superando esa adicción a las drogas que le veríamos desarrollar en los Green Lantern/Green Arrow de Neal Adams), etc… serían algunas de las historias tratadas en este breve revival, llegando solo hasta el número 53 en Febrero de 1978. La mayoría de personajes rozaba ya la veintena, el apelativo ‘teen’ ya no podía aplicarse a gran parte del grupo y, finalmente, los Teen Titans se disolverían definitivamente.

¿Definitivamente? En 1980 cierta hechicera empática y semidemonio proveniente de
Azarath tendría algo que decir al respecto.


Próximo post: De la época dorada de Wolfman y Perez en los 80 a la época oscura de los 90, los spin-offs y relanzamientos fallidos. Azar nos pille confesados.

jueves, febrero 14, 2008

~Coming Soon~


En preparación, una serie de post dedicados al repaso de la historia de uno de mis grupos superheroicos favoritos: los Jóvenes Titanes (o Teen Titans, si pecais de puristas o solo los conoceis por la serie animada)

Mejor sentaos y esperad, que esto va a ir para largo… pero al igual que otros macropost espero que el resultado final valga la pena.

domingo, febrero 10, 2008

Desvariando


"Tu no sabes lo que es una clase Marge. Soy yo el que se juega el cuello todos los días, y no estoy desvariando ¡Eres tu la que desvaría! ¡Desvaría este sistema monstruoso! ¿Y sabes qué? Te diré la verdad... ¡Tu no sabes afrontar la verdad! ¡Cuando alargues la mano y te la encuentres toda manchada de mocos que antes eran la cara de tu amigo, sabrás lo que tienes que hacer! ¡Olvidalo Marge! ¡ES CHINATOWN!"


Homer J. Simpson, en una de las muestras de prosa televisiva más fascinantes que puedan encontrarse.

sábado, febrero 09, 2008

Dios tendría piedad, ÉL no.


La verdad, no sé por donde empezar, pues es la primera vez que creo que los críticos que descalifican una película y el público que la disfruta tienen razón al mismo tiempo. John Rambo (Rambo a secas en los USA) es, como película, muy fallida, pero como entretenimiento funciona perfectamente, aunque sea apelando a nuestros instintos más bajos y descerebrados. Le critican su carencia argumental, que es cierta pues la trama es poco menos que inexistente, y el exceso de violencia, que lo tiene. Y es que en lo referente a la violencia la película es una burrada de proporciones épico-dantescas (se come con patatas el estilismo violento de Tarantino), tan salidas de madre que en ocasiones uno tiene que reírse por pura incredulidad y sano (o insano, según se mire) disfrute de cine de acción de serie B como el de antes, ese que no tenía pudor en reventar cabezas sin dejar de notarse que el fiambre es un cacho de plástico, o en convertir al héroe protagonista en una fuerza de la naturaleza, una máquina de matar casi invulnerable haciendo frente a unos malos muy malos. Tan malos son los miembros del ejercito birmano en esta película que ciertamente, el que Rambo los convierta en pinchos morunos con su arco y carne para hamburguesas acaba resultando hasta catárquico. Si uno intenta analizar la película ideológicamente podría decir sin reparos que es toda una apología de la violencia como vía para solucionar las cosas (¡si hasta uno de los pacíficos misioneros que Rambo debe rescatar acaba abriéndole la cabeza a pedradas a un soldado birmano en la escaramuza final!)… pero claro, es una película de Rambo ¿qué otra cosa podría esperarse, sinceramente? Ya saben… Dios tiene piedad, pero…

Interpretativamente hablando… bueno... diría que los actores cumplen y punto, los limitados personajes que tienen no dan para mucho más, y que
Rambo sea tan callado y lacónico hasta se agradece, Sly se limita a aportar presencia, soltar un par de frases que van de lo lapidario hasta lo filosófico de baratillo, y pista. Técnicamente se agradece también que Stallone dirigiendo tire a lo clásico, sin movimientos de cámara nerviosos, siendo solo la carnicería final el único momento que puede resultar confuso para algunos espectadores, perdidos entre el intercambio de balas, machetazos, destripamientos y maniquís con cabezas reventadas. La banda sonora, de Brian Tyler, cumple y se agradece que en un par de momentos recupere el main theme original de Goldsmith, un detallito para nostálgicos de la saga –como esa escena final que recuerda de lejos a Acorralado-.

En resumen, si buscáis buen cine huid de
John Rambo como de la peste. Si buscáis simplemente una peli de acción de toque ochentero de las que ya no se hacen llena de violencia descerebrada con malos muy bestias y un bueno aún más mala bestia que ellos, lo pasareis como enanos. Así de sencillo.