miércoles, julio 23, 2008

Cuidado, muerden


Fuí a la habitación de Herr Muller, llamé varias veces, pero no oí nada. Susurré su nombre y el del doctor Silva, pero no respondió nadie. Vi que salía sangre por debajo de la puerta; entré, y comprobé que todo el suelo estaba rojo. Silva yacía en el extremo opuesto, con Muller inclinado sobre él con su espalda gorda, pálida y peluda vuelta hacia mí. No recuerdo como le llamé la atención, si lo llamé por su nombre, exclamé una palabrota o hice algo más que quedarme allí plantado. Muller me miró, y vi que unos trozos de carne ensangrentada le caían de la boca abierta. También vi que sus suturas de acero se habían abierto parcialmente, y que un fluido espeso, negro y gelatinoso rezumaba por la incisión. Se puso en pie, tambaleante, y avanzó hacia la puerta arrastrando los pies.


Todos a leerlo.
Ya.

U os pego un mordisco.


2 comentarios:

  1. Te advierto que morder a un agente de la SPD es constitutivo de delito. Y que tengo el colesterol por la ionosfera.

    Si todo el libro es asi... Solo una pregunta: ¿Se ilegalizaron las tunas?

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