Estamos ya en pleno verano: sol, playa (o montaña, según gustos), vacaciones, sequedad, helados pringosos... todos los tópicos veraniegos habidos y por haber resurgen como ocurre todo año, y con ellos llega ese horror periódico y cíclico que se ceba en las mentes de la plebe en estas fechas, algo que ni el tito Lovecraft ni el tito King hubieran imaginado ni en sus más lisérgicas narraciones de horror cósmico.
Las canciones del verano.
Normalmente cada año tengo lo menos una media de unos cuatro o cinco engendros (me niego a llamarlos canciones) a los que aborrecer y cuya audición evitar. El verano es sin duda una estación en la que me mantengo muy alejado de las emisoras de radio musicales...
Oh, pero este año la cosa se ha llevado la palma, porque no se trata de cuatro o cinco canciones... ¡Se trata de todo un género! ¿De verdad tengo que decir a cual me refiero? Pues si, el reggaeton (¿de donde ha salido ese nombre?).
A ver, dejad que lo explique... respeto, respeto a todos los incautos que disfruten con las cancioncitas de marras, y con los cantantes chulescos y con las tías semidesnudas de los video clips (bueno, con esto habría que estar mal de algo para no fijarse), que hay gustos para todo, y es que en un país donde existe Crónicas Marcianas tiene que haber mucha tolerancia para con los gustos del prójimo (¡ja, ja!). A lo que vamos... que si se viesen los videoclips reggaetonianos sin sonido lo mismo ganaba la cosa. Y es que... es que... a ver... repasemos... letras repetitivas, temática repetitiva, estilo harto repetitivo (todas las canciones del reggaeton con las que he tenido desgraciado contacto suenan iguales, indistinguibles... esto podría generalizarse a cualquier género musical, pero en este caso es algo acusadísimo), y para colmo cierta sensación de estupidez y vergüenza ajena que suele provocar la audición de los temas, sobre todo al ver al enésimo quinqui del barrio en su coche ‘tuneao’ (o al menos que intenta aparentarlo) dando vueltas una y otra vez en el mismo grupo de calles con la musiquita de los c*j*n*s a todo trapo, y moviendo la cabeza como un palomo en celo al ritmo de la música (debe ser lo único salvable del tema... el ritmo). Si la cosa sigue así, más de uno comenzará a reivindicar que se recupere aquella canción de los limones y medios limones... o que la del Neng sea considerada ‘arte y ensayo’.
Así es como está el patio este año, gente. Como ya dije, si se da el caso de que algunos de los que leen esto son seguidores de tal estilo musical, mejor para ellos. Yo prefiero quedarme con mi discman y Queen. Y es que no hay mejor ‘canción del verano’ que Living on my Own, coñe.
Y al que diga lo contrario le muerdo un ojo.