Spider-Man 3 es un espectáculo tan digno como sus predecesoras aunque ni siquiera ella se libra del Síndrome de las Terceras Partes aún saliendo mucho mejor parada que otros casos. Vamos, que no es la mejor de las tres pero aguanta el tipo y mantiene el nivel en los aspectos más básicos, así que por fin estamos ante una tercera parte de una trilogía superheroica que se sostiene a flote y no cae a los abismos.
Por partes… Sam Raimi se las arregla para componer una montaña rusa de espectacularidad que mantiene el tono y las raíces de los anteriores films siendo una evolución de aquellos, pero que no consigue conservar toda la cohesión narrativa de la que hacían gala Spider-Man y sobre todo Spider-Man 2. Y es que en esta tercera película se intenta contar mucho en muy poco tiempo… y para que dos horas y media de película se haga poco tiempo…
Por partes… Sam Raimi se las arregla para componer una montaña rusa de espectacularidad que mantiene el tono y las raíces de los anteriores films siendo una evolución de aquellos, pero que no consigue conservar toda la cohesión narrativa de la que hacían gala Spider-Man y sobre todo Spider-Man 2. Y es que en esta tercera película se intenta contar mucho en muy poco tiempo… y para que dos horas y media de película se haga poco tiempo…
Sobre los personajes de Peter y MJ no hay mucho más que decir, pese a momentos puntuales (como ese Peter recién caído en el ‘lado oscuro’ por influencia del traje alienígena, que se reconvierte en un pseudo-Tony Manero) que descolocan algo. Lo mismo podemos decir de cierto baile y algún que otro diálogo ocasional, pero nada demasiado grave… vamos, que pese a ciertos detallitos la peli no cae en las garras del camp, como le pasó al Batman de Schumacher. Sobre el traje alienígena, su llegada a la Tierra es de un casual y murphyano que asusta: cae en un mini-asteroide justo cerquita de donde andaban Peter y MJ, que pasaban por allí. Muchos se quejan de esto, considerándolo una salida de poco menos que serie B, pero servidor cree que es la muestra en pantalla de la ‘Vieja Suerte Parker’ de los comics, ese principio no escrito en el que a Spider-Man toda cabronada que le pueda ocurrir le ocurrirá (el mejor ejemplo lo vimos en la primera película, gente… ¿cuantos archienemigos tuyos acaban siendo el padre de tu mejor amigo? Cosas de este estilo en los comics del lanzarredes las hay a puñados)
Veneno y Gwen Stacy por su parte están genialmente representados en pantalla pero salen muuuy poco, no dejan de ser meros esbozos de los personajes que uno conoce como lector, aunque la historia y caracterización de Brock es fielísima en sus puntos base a lo visto en viñetas. Gwen por su parte no tiene más papel que dar paso a un hipotético triangulo amoroso con Peter y MJ que no va más allá de eso, de la hipótesis… la presencia de la chica es más un guiño/regalo a los fans que otra cosa (y mas sangrante lo de su padre… el sustituir al Capitán Stacy por cualquier otro capitán de policía no afectaría en nada a la historia)
Una de las verdaderas estrellas de la función es Harry Osborn como el nuevo Duende (aunque casi parece más Corredor Cohete con ese modelito que gasta, como han apuntado en más de un sitio), cuya trama de fondo, que hemos visto avanzar desde el final de la primera entrega es de lo mejor de la peli. Su actuación en el último acto, no solo no es un homenaje a los Marvel Team-Up, sino que además sirve para demostrar que pese a sus errores y pecados, Harry nunca ha sido ni será como su padre, gracias a Dios.
La otra ‘estrella’ en cuestión es el Hombre de Arena, en toda una muestra de Raimi de que a él le encantan los villanos clásicos del trepamuros, no solo en parte por como se recrea en su condición inherentemente monstruosa sino en como los dota de una historia y justificaciones de fondo que los hacen muy humanos pese a su naturaleza. Al igual que ocurría con Octopus en Spider-Man 2, el Hombre de Arena es en cierto sentido un personaje de naturaleza trágica, un hombre que más que malvado se ve abocado a saltar de un error a otro empeorando las cosas sin pretender causar verdadero daño.
¿Balance final? Spider-Man 3 es una película divertidísima que se pasa en un suspiro (cosa que habla muy bien de la capacidad como director de Raimi) y que pone un buen punto y final a la saga, pero que no posee la misma fuerza que Spider-Man 2 y ni el carisma y simpatía del primer Spider-Man. Aquel que acuda a la película esperando un film que supere el listón de la segunda parte saldrá decepcionado, sin duda. Aquel que solo quiera ver a su amistoso amigo y vecino Spider-Man en una de esas aventuras en las que le pasa de todo, saldrá sonriendo de oreja a oreja.
Eso si, a una cuarta parte la tendría miedito...